No me gusta Rayuela.
La leí cuando tenía 18 años. No la entendí. La estoy leyendo actualmente, sin intención de entenderla y me sigue pareciendo que Cortázar se me mata de risa en la cara.
Sigo leyendo. Rescatan mi dignidad como lectora frases y fragmentos de una belleza que, desde el primer momento que leí Rayuela, me "elevaron". Un lenguaje que se contagia, que me hace ver las cosas con mucha más belleza, o fragilidad. Sí, es fragilidad lo que me transmite la prosa de Cortazar.
Escucho los músicos que se van nombrando en la novela. Si algo me había quedado claro la primera vez que la leí es el enorme sentimiento de nostalgia que trasmite y que ahora, escuchando su música, se rectifica en mí. Rayuela es una novela hermosamente triste.
(Acotación al margen: No pretendo yo enseñarle nada Sr. Cortázar, es más, a veces llego a percibir la gracia de tal forma de escritura, pero por favor, cada tanto ¡¡¡ponga un punto!!!)
Ya me da un batazo en la cabeza con eso de los encuentros casuales, que al final no lo son tanto, porque para qué andar dándose citas y perder la magia del encuentro, el vértigo de no encontrarse, la astucia para pasar toda una tarde en un mundo propio, en quehaceres íntimas, y encontrarse de casualidad con quien se deseaba encontrarse. Sí. Necesito renglones para escribirme y aprieto desde abajo el tubo del dentífrico y detesto que eso, que consideré una virtud durante toda mi vida y se lo inculco a quienes conviven conmigo, sea puesto tan gratuitamente en ridículo. Pero no, ellos prefieren andar sin buscarse pero sabiendo que andan para encontrarse, como ubicados en un más allá, como en algo que los trasciende, entonces no importa el tiempo, porque esencialmente, predestinadamente se encontrarán. Y entonces disfrutan de cada situación en las que creen verse, y el corazón se detiene, y el aire no puede ingresar (o salir, depende el momento de la respiración en que nos encuentre el previsto imprevisto) a los pulmones y los vuelve a la vida la desilusión y el saber que queda mucho camino por disfrutar hasta encontrarse al fin.
Y así, más o menos, se me presenta una pareja de uno, que son dos, pero se creen uno y se ven en el otro y sin embargo parecen muy distintos...
Pero también puedo reconocerme en esta frase. Ando sin buscar, conscientemente, muchas cosas, que sin embargo, cuando aparecen o las encuentro en mi vida, siento que el encuentro era inevitable, que respondía a mi esencia... Así ando encontrando muchas cosas que no estaba buscando...
No están enamorados. Hacen el amor. Es decir que no se van a citar grandes frases como "Andábamos sin buscarnos pero sabiendo que andábamos para encontrarnos". Ellos hacen lo que otros citan de memoria. eso sí me gusta...
Para mí Rayuela es una ciudad vaciada. Nos sitúa en París, pero no nos describe paisajes: nos da nombres, pero nombres que, para quien no conoce París, no significan nada. París no significa nada. Se me asemeja a un "no lugar" donde los personajes fueron a buscar refugio, a ocultarse, a buscar no sé bien qué.
...El beso... e l b e s o
La Maga es distinta a todos los personajes. Es la Maga en tanto otros la dicen y definen. Tengo mis dudas si sería tan hermosa si fuese dicha por otros. Seguramente algo tendría esta Maga para que la nombren así.
"NO PUEDE SER QUE ESTEMOS AQUÍ PARA NO PODER SER"
Y andamos buscando esa unidad que sabemos que nos trasciende, que le da sentido a los fragmentos sueltos, filosos, que nos hacen doler... Y sospechamos (Horacio y yo) que la unidad no está disponible al héroe. Sólo el biógrafo será capaz de aprehender la unidad. Pero al menos la percibimos, sabemos que ahí está, jugando con nosotros, y nosotros, sospechándola, nos sabemos exiliados de su sabor, de su gloria... y vivimos fragmentados, buscando eso, que no sabemos que buscamos... más allá de la cotidianidad de tomarse un mate lavado.
Querido Cortázar: No es necesario andar por los 40 para caminar como la estatua de Jano. Y no es del todo triste estar charlando, malta en mano, de mi pieza a su tumba. Al fin un desencuentro. Ya me estaban aburriendo las coincidencias Sr. Seguramente su cara en la nuca, a sus 40, tenía mucho más que la mía por recorrer. Pero la nostalgia no escapa, al menos, a esta juventud.
"Hay una hora en que lo natural suena espantosamente a falso, en que la realidad de los 20 se codea con la realidad de los 40"... "Cada vez sospecho más que estar de acuerdo es la peor de las ilusiones" "Me apasiona el hoy pero siempre desde el ayer". Y que llueva acá adentro, que de una vez por todas empiece a oler a vida acá adentro. ¿A qué huelo por dentro? (demasiado íntimo para un blogg, incluso éste, que bastante íntimo ya es)
Las muchachas salen de los comercios, necesitadas de reír y hablar fuerte. No dicen que son empleadas, sin embargo así me las imagino. Creo que porque me remite a "La borra de café" donde Benedetti describe hermosas jovencitas, uniformadas, escapando a almorzar. Increibles las malinterpretaciones en las que podemos caer. Estoy impura de lecturas. Más contaminada de lo que creía. De ahora en más tendré cuidado.
No son empleadas. Son sólo jóvenes, quizá paseando, seguramente eso. Lo que pasa ahora. Lo que ME pasa ahora... ver a los adolescentes gritando bobadas sin sentido, haciendo su pequeña transgresión, asomándose al mundo con un grito bobo, quizá hasta incomodando a gente como una, que va pensando en cosas importantes, hasta que esos mocosos la hacen dar cuenta que está crecida, que hay una brecha que se eleva en paralelo, como los troncos de los árboles, entre esa inmanejable necesidad de ser, de aparecer al mundo, y mis ya gastados pensamientos alrededor de lo mismo.
Estamos muy apretados como para disfrutar de la compañía del otro, para cuidarla. Necesitamos espacio. ¿Cuánto tiempo puedo estar encerrada en mi casa, sin verdadero contacto humano? Cantidad enorme de semanas. Por lo general son los otros los que tienen que llevarme nuevamente a la vida gregaria.
No sé si estamos tan solos. Los tímidos y los nostálgicos sí. Pero hay gente con un fuego que traspasa esos cristales que los tímidos y los nostálgicos interponemos entre el otro y esa inútil búsqueda de pureza. Después de todo, sin circunstancias, sin contexto, no hay un yo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario