viernes, 18 de octubre de 2013

Walden, la vida en los bosques

"Vivimos muy apretados"

Avanzamos y avasallamos con todo. Con la naturaleza. En nuestro "propio habitat". A los animales, a otros humanos. Tenemos la idea de que eso es progreso: construir, llenar lo que aparentemente está "vacío". Dice Thoreau que tememos a la oscuridad. También le tememos al vacío. Todo tiene que ser usado y abusado por el hombre. Somos violadores seriales.

Ando apurada buscándome. Ando aprendiendo y desaprendiendo a oír mis propios ritmos, mi música. Me someto a influjos. Y me dejo fluir.

Pienso que ninguna vida se desperdicia, por pronto que termine, si la búsqueda formó parte de esa vida. Pero, como dice Marion, nada merece el precio de nuestra vida. Porque nos quedan muchas, indecibles búsquedas por comenzar. No hay que temerle al camino, ni ser temerario.

Hay una realidad más real que la que vemos. Más profunda. Y yo deseo que se me revele con su fuerza, su sangra y su mierda. Que explote en mi cara con toda su fuerza, porque las palabras ya no alcanzan. Porque la realidad se me escapa, por compleja. ¿Y si la simplificamos a su máxima expresión? "Quise vivir profundamente y extraer toda la médula de la vida, vivir en forma tan dura y espartana como para derrotar todo lo que no fuera vida. Llevar la vida a un rincón y reducirla a sus menores elementos, y si fuera mezquina, obtener toda su genuina mezquindad, o si fuera sublime, saberlo por propia experiencia".

Vivimos muy apretados, en espacio y tiempo. Por eso llegamos a estar tan insoportablemente solos.