Los Filósofos de la Naturaleza
1 ¿Existe una materia prima de la que todo
lo demás está hecho?
2 ¿El agua puede convertirse en vino?
3 ¿Cómo pueden la tierra y el agua
convertirse en rana?
4 Esboza una explicación
sobre la sustancia agua, fuego y aire que explique porqué cada una de
estas puede ser considerada fuente de vida y/o cambio.
- Todas
las cosas materiales que existen en el mundo se asemejan entre sí en que
poseen cierto volumen, cuerpo y espesor, aunque en diferentes grados, ya
que algunos cuerpos son más duros, otros más blandos, etcétera. Esto nos lleva
a pensar que existe “algo” que compone a todos los seres, animados e
inanimados, del mundo. Una materia prima que da corporeidad.
Las diferentes graduaciones de dureza pueden deberse a que, como dice
Demócrito, esta materia prima se halle más o menos comprimida formando, en
el primer caso un cuerpo más duro, en el segundo caso, un cuerpo más
blando.
Ahora bien, ¿Qué es
exactamente esta materia y de donde proviene? A simple vista, aun desgajando
los cuerpos, no encontramos similitudes entre una roca, un cuerpo humano y un
trozo de papel. Pero puede suceder que si fraccionamos hasta el infinito nos
acerquemos a conocer esta materia prima que consistiría en minúsculas
partículas, invisibles al ojo humano, cuyo material no podría establecerse. En
cuanto a su procedencia, podemos ver que cuando un cuerpo se desintegra se
vuelve polvo, se mezcla con la tierra, por lo que estas partículas pueden
hallarse esparcidas por toda la tierra esperando reunirse para formar un
cuerpo. ¿Qué es lo que hace que estas partículas se encuentren y formen los
cuerpos que conocemos? No sucede que estas partículas deban encontrarse cada vez que se forme un nuevo ser,
ya que, de ser así, nada nos garantizaría tener dos hombres o caballos de
iguales características, sino que viviríamos en un mundo repleto de especies
sui géneris. Pero como la realidad nos demuestra que estos no es así, podemos
sospechar que estas partículas constitutivas de los seres son parte integral de
estos. Cada animal posee un determinado número de materia prima, distribuido de
manera especial según cada especie. Esta materia también se reúne para formar
la sangre y demás órganos de cada especie, incluido sus órganos reproductivos,
por lo que al momento de la reproducción se une en el vientre de la madre un
número determinado de partículas provenientes del macho y otro número
proveniente de la hembra, para así formar un nuevo ser con características casi
idénticas a las de sus progenitores, y es por eso que no habitamos un mundo con
seres únicos en su especie.
- Dado
que cada cuerpo consta de un número determinado de materia prima, ordenado
de una manera particular, sería imposible que el agua por sus propios
medios se convirtiera en vino. Salvo que hallásemos la forma de alterar la
cantidad y orden de esta materia prima y, antes, encontremos la manera de
poder ver con nuestros propios ojos esa materia prima, la cual, dijimos es
invisible para el ojo humano. Así solo por intervención humana podríamos
transformar el agua en vino y aún así es algo completamente imposible en
este mundo.
- De ninguna manera la mezcla de estos elementos podría convertirse en otro ser distinto que el barro. Al ser la tierra un elemento relativamente blando, lo mismo que el agua, la fusión entre ellos es posible. Pero hasta el día de hoy, después de millares de lluvias caídas sobre estas tierras, nadie, jamás vio ni pudo comprobar, que de mezclar tierra y agua saliera algo más que barro. Solo la mezcla entre seres de la misma especie puede generar otro ser que, irremediablemente, será de la misma especie que sus padres. Esto nos lleva a afirmar que dichas partículas, no son eternas, no existieron siempre, sino que la cantidad de seres, y por ende de uniones de partículas, que hoy vemos, surgen de un número limitado de partículas antecesoras que se reprodujeron antaño. Cuando las partículas que mantienen el organismo vivo se averían o envejecen, el cuerpo muere, se desintegra, y las partículas que lo componían pierden su vida, mezclándose en la tierra, el agua, o el aire, volviéndose irrecuperables.
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